En nuestros tiempos no basta con ser un buen músico. Hay una enorme competencia entre artistas y un interés limitado de los proyectos musicales. En este caso, sólo aquellos que son grandes en lo que hacen, son distintivos y lo comunican con éxito a su público pueden tener una carrera satisfactoria.

Aunque el «savoir faire» conserva toda su importancia, nunca como hoy el «faire savoire» se ha convertido en un componente esencial de la profesión de músico.

Uno de los mitos con los que crece el estudiante de música habitual es que basta con ser bueno para triunfar en emergente.
Quizá en el pasado podría haber sido así, pero en el mundo actual, donde el bien más preciado es la atención, donde se te evalúa por lo que de ti se encuentra en Google y Facebook, donde lo que importa son las visitas en Youtube, es absolutamente imposible hacerse notar sin una cuidadosa estrategia de marketing.

Y los músicos que no lo tienen en cuenta, por una especie de esnobismo retro (o quizá por simple incapacidad) corren el riesgo de verse superados por competidores quizá menos dotados pero más espabilados en el uso de las nuevas tecnologías.
Por otra parte, el mundo de Internet está hecho de reglas que cambian constantemente, intentos, «trucos», y un músico no puede permitirse perder el tiempo colgando vídeos, imágenes y mensajes.

Aquí es donde confiar en un Social Media Manager se convierte en la solución necesaria para el músico profesional.